Las articulaciones son
los componentes del esqueleto que nos permiten el movimiento. Se forman por la unión de
dos huesos a través de la cápsula articular. En el interior de las mismas
existe, generalmente, un fluido llamado líquido sinovial que es producido por
la membrana sinovial. Los extremos óseos que se unen para formar la articulación
están recubiertos por el cartílago articular.
La artrosis es una
enfermedad que lesiona el cartílago articular y origina dolor, rigidez e
incapacidad funcional.
Habitualmente se localiza en la columna cervical y lumbar, hombro y dedos de las manos, la raíz del pulgar, cadera, rodilla y la articulación del comienzo del dedo gordo del pie. Fuera de estos lugares, la artrosis es rara y, cuando aparece, se debe sospechar la existencia de un daño previo o de otra enfermedad articular.
Habitualmente se localiza en la columna cervical y lumbar, hombro y dedos de las manos, la raíz del pulgar, cadera, rodilla y la articulación del comienzo del dedo gordo del pie. Fuera de estos lugares, la artrosis es rara y, cuando aparece, se debe sospechar la existencia de un daño previo o de otra enfermedad articular.
En España, la artrosis
afecta al 10% de la población general, casi la cuarta parte del
total de pacientes atendidos en las consultas de los reumatólogos. La
frecuencia con que afecta a las personas aumenta con la edad (sobre todo a
partir de los 40-50 años).
¿PORQUÉ SE PRODUCE LA ARTROSIS?
No conocemos de forma
definitiva, la causa de la artrosis. Las investigaciones realizadas hasta la
fecha sugieren que existen determinados factores que aumentan el riesgo de
padecer esta enfermedad como la obesidad, determinadas actividades
laborales, la herencia, la raza, y el excesivo ejercicio físico.
El exceso de peso
corporal incrementa el riesgo de artrosis en la rodilla. También hay personas
que desarrollan artrosis en otros lugares por un uso excesivo o inadecuado de
las articulaciones correspondientes. Es conocido el riesgo
incrementado de padecer artrosis de rodilla que presentan los futbolistas por
haber recibido golpes y lesiones repetidas en la misma.
En algunas familias es
más frecuente que aparezca la artrosis por transmitir en sus genes alteraciones
en la producción de proteínas (colágeno) muy importantes para la fabricación de
un cartílago articular normal. Algunas mujeres con predisposición hereditaria
pueden desarrollar artrosis en los dedos de las manos. De hecho, la artrosis de
las manos y las rodillas es más frecuente en mujeres. También se puede nacer
con anomalías en la configuración de los extremos de los huesos que forman las
articulaciones o con alteraciones que permiten que éstas se muevan en exceso
(la llamada laxitud articular). En estas dos últimas circunstancias también se
ve incrementado el riesgo de padecer artrosis.
La artrosis no es debida
a ciertos tipos de clima ni a los componentes de la dieta. Ocurre en todo el
mundo y a veces los pacientes pueden tener más dolor cuando baja la presión
atmosférica o hay más humedad, aunque ello no signifique que la lesión
artrósica haya empeorado.
¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LA LESIÓN?
En las articulaciones normales, el cartílago articular junto con el
líquido sinovial proporciona las propiedades necesarias para almohadillar y
permitir el roce y el choque entre los dos huesos que se articulan.
La enfermedad del
cartílago articular lo lesiona y altera notablemente la función de la
articulación. Este deterioro evoluciona en varias fases. En un primer momento
el cartílago se vuelve frágil y quebradizo,
pierde su elasticidad habitual y la capacidad de amortiguar. En una fase
intermedia, se adelgaza y en determinadas zonas desaparece, dejando de recubrir
y de proteger al hueso que está debajo. Finalmente, aparecen zonas en las que
el extremo del hueso que se articula deja de estar protegido por el cartílago
articular, quedando aquél expuesto a fuerzas físicas a las que no está
preparado para resistir. Imagínese usted dos huesos rozando total o
parcialmente entre sí en movimientos que, a veces, se realizan multitud de
veces al día. La consecuencia de esto es que el hueso articular se vuelve más compacto y se deforma.
¿QUE SÍNTOMAS PRODUCE LA ARTROSIS?
Aunque puede no dar
síntomas, el síntoma fundamental de la
artrosis es el dolor. Este dolor suele aparecer cuando se exige un esfuerzo a
la articulación enferma, bien sea de movimiento o de carga (para las articulaciones
de los miembros inferiores y de la columna lumbar) y en general empeora a
medida que avanza el día. Más adelante, con el progreso de la enfermedad, el
dolor puede aparecer con el reposo o el descanso nocturno.
Después de un rato de
reposo o descarga (sentado o acostado), si usted padece una artrosis, puede
notar que le cuesta empezar a mover la articulación enferma, que ésta se ha
vuelto rígida, como si estuviera “mal engrasada”. También pueden notarse crujidos con el
movimiento de las articulaciones. La artrosis de rodilla o cadera puede causar
dificultad para levantarse de una silla, salir de un coche o subir y bajar
escaleras.
El crecimiento de los
extremos de los huesos que forman la articulación puede hacer que la
articulación se agrande y ensanche. En las articulaciones de los
dedos de las manos puede aparecer este fenómeno en la parte superior y lateral
de las mismas. La artrosis no suele alterar el alineamiento de los huesos que
forman la articulación, con dos excepciones notables: la rodilla y los nudillos de los dedos de las manos. En estos lugares,
pueden aparecer piernas arqueadas hacia afuera o hacia adentro, o dedos
desviados.
Algunos enfermos con
artrosis pueden notar episodios de hinchazón y derrame en las articulaciones,
con acumulación de líquido en las mismas.
Una característica no
exclusiva de la artrosis es la atrofia muscular, por dolor y pérdida de la
función. El adelgazamiento del muslo es típico de la artrosis de rodilla, lo
que unido al dolor aumenta la inestabilidad e inseguridad, especialmente al
bajar escalones.
En la artrosis de la
columna vertebral se produce dolor de cuello o de la región lumbar, dificultad
para el movimiento y contractura de los músculos de la región afectada. En
determinadas ocasiones, por irritación de los nervios que salen entre las
vértebras, el dolor puede transmitirse a las extremidades, especialmente a las piernas, con crisis de ciática. Otra posibilidad cuando el paciente aqueja
dolor en el muslo (por dolor irradiado) es que la artrosis se localice en la
cadera.
¿CÓMO SE DIAGNÓSTICA?
Los datos fundamentales
que permiten el diagnóstico de la artrosis son los síntomas que usted refiere
como paciente y las alteraciones que observe su médico tras el examen adecuado
de sus articulaciones. Los análisis de sangre y orina no resultan alterados por
esta enfermedad. A veces, se puede extraer líquido de las articulaciones y analizarlo.
Esto resulta útil para aliviar el dolor y eliminar la posibilidad de otras enfermedades en la articulación. Las radiografias simples de las articulaciones ayudan a confirmar el diagnóstico, informan de la intensidad del daño y permiten descartar otras lesiones. Las radiografías simples del esqueleto resultan especialmente útiles en personas menores de 60 años de edad, donde existe una buena relación entre los síntomas y las anomalías radiológicas.
Esto resulta útil para aliviar el dolor y eliminar la posibilidad de otras enfermedades en la articulación. Las radiografias simples de las articulaciones ayudan a confirmar el diagnóstico, informan de la intensidad del daño y permiten descartar otras lesiones. Las radiografías simples del esqueleto resultan especialmente útiles en personas menores de 60 años de edad, donde existe una buena relación entre los síntomas y las anomalías radiológicas.
¿CÓMO SE TRATA?
Los objetivos que perseguirá
su médico, a la luz de la disponibilidad de medios que le proporciona la
ciencia médica actual, cuando le recomiende un tratamiento para la artrosis son
el alivio de su dolor articular y el mantenimiento de su capacidad funcional.
Para ello, se dispone de diversas alternativas, que incluyen los tratamientos
físicos, los medicamentos y, a veces, la cirugía. Las claves del tratamiento
son el ejercicio, combatir la obesidad y los analgésicos/antiinflamatorios.
No existe una dieta
especial para las personas con artrosis, de modo que los remedios como iones y
diversos derivados de cartílago que no se venden como medicamento carecen de
respaldo científico. Las medicinas alternativas, salvo la acupuntura, tienen en
general un efecto similar al “placebo”, es decir, al de una cápsula o inyección
de medicamento que está vacía o simplemente con suero salino. Cambiar de
residencia buscando un clima más cálido no tiene sentido, al no influir a largo
plazo sobre la enfermedad, si bien pudiera afectar temporalmente a los
síntomas.
Las medidas físicas
suponen una serie de procedimientos destinados a mejorar la sintomatología y la
habilidad para desempeñar las tareas laborales, domésticas, de la vida de
relación y del cuidado personal. Se aconseja realizar las tareas físicas de
forma intermitente, alternando con períodos de descanso.
Para la artrosis de manos es conveniente no abusar de movimientos repetitivos como la costura y diversas manualidades. Se incluyen aquí el aprendizaje y, sobre todo, la práctica diaria de ejercicios físicos destinados a mejorar la movilidad articular y a potenciar la fuerza muscular, así como el uso juicioso del calor y frío, y de férulas y sistemas ortopédicos que ayuden a disminuir la sobrecarga de una articulación artrósica.
Para la artrosis de manos es conveniente no abusar de movimientos repetitivos como la costura y diversas manualidades. Se incluyen aquí el aprendizaje y, sobre todo, la práctica diaria de ejercicios físicos destinados a mejorar la movilidad articular y a potenciar la fuerza muscular, así como el uso juicioso del calor y frío, y de férulas y sistemas ortopédicos que ayuden a disminuir la sobrecarga de una articulación artrósica.
El calor local puede
aliviar temporalmente el dolor, pudiendo aplicarse en forma de baños de agua
(en la artrosis de las manos), manta eléctrica o similar.
El ejercicio aeróbico
(natación, paseo) practicado regularmente ayuda al control de la enfermedad y a
prevenir la atrofia muscular.
Existen férulas para
mantener en reposo la articulación dolorida, como en la base del pulgar
(muñequera) o en los dedos de los pies (plantillas). La artrosis de rodilla o
cadera podría beneficiarse del uso apropiado de un bastón o muleta para
llevarlo en la mano contraria al lado que duele. En el caso de los pies, se
aconseja zapato de suela blanda y gruesa para que absorba los impactos con un
tacón no demasiado alto. Piense en la posibilidad de modificar la disposición
de los muebles y aparatos en el trabajo para evitar la sobrecarga de las
articulaciones, y también en el domicilio, como el poner ducha en lugar de
bañera.
Eliminar o atenuar la
obesidad resulta particularmente útil y necesario en la artrosis de rodilla, y
también puede disminuir el dolor en otras articulaciones de carga, como la
cadera y la columna lumbar. Se ha demostrado que el sobrepeso aumenta el riesgo
no sólo de padecer artrosis de rodilla sino también de su progresión. La fórmula
para conseguir reducir el peso corporal excesivo se basa en ingerir menos
calorías con la dieta y en incrementar la actividad física habitual.
La depresión unida a un
mal dormir puede aumentar el dolor del paciente artrósico, de modo que debe ser
tratada adecuadamente.
TRATAMIENTO DE LA ARTROSIS
TRATAMIENTO FÍSICO
|
Ejercicios.
Calor/frío.
Férulas.
Bastones
|
TRATATAMIENTO MÉDICO
|
Medicamentos analgésicos.
Medicamentos antiinflamatorios.
Infiltraciones.
Capsaicina tópica.
Otras medicaciones tópicas.
Sulfato de glucosamina, condroitín
sulfato, diacereína.
|
CIRUGÍA
|
Limpieza.
Osteotomía.
Prótesis.
|
Los medicamentos que
habitualmente se recetan para el tratamiento de la artrosis persiguen el fin de
aliviar sus síntomas. Un medicamento analgésico es aquel que combate el dolor,
incluyendo el dolor articular, pero no afecta a la artrosis en sí misma. El
paracetamol es uno de ellos. Los antiinflamatorios son
medicamentos que luchan contra el dolor, la inflamación y la rigidez de las
articulaciones en la artrosis. Se pueden utilizar largos períodos de tiempo
porque no producen tolerancia, es decir, que no pierden su efecto (si han sido
eficaces) al prolongarse su administración. Tampoco originan una dependencia,
lo cual significa que se pueden suspender sin que se sufra ninguna necesidad
obsesiva de seguir tomándolos. No son “drogas”: no se acostumbra uno a ellos ni
se sufre un síndrome de abstinencia (“mono”) cuando se suprimen. En algunos
momentos puede ser necesario ayudar al paracetamol y a los antiinflamatorios con otros analgésicos como el tramadol o la codeína.
El mantenimiento de un
tratamiento sintomático, como el de la artrosis, requiere de medicamentos
eficaces, seguros y cómodos de tomar. La respuesta de cada paciente a los
antiinflamatorios es variable. Se hace, pues, a menudo necesario probar con
distintos medicamentos de este grupo hasta encontrar el que es más eficaz en
cada paciente en concreto. Uno de los inconvenientes habituales en el uso de
esta medicación es la posibilidad de irritar el estómago y de lesionarlo. Por
eso, a veces se recomienda ingerirlos con un medicamento que lo proteja.
Los analgésicos y
antiinflamatorios se suelen administrar por la boca. Existe
también la posibilidad de que se le receten por vía tópica, es decir sobre la
piel que recubre la articulación artrósica, en forma de pomada, crema,
nebulizador o spray. La capsaicina es un medicamento que también se administra
por esta vía tópica para aliviar el dolor, reduciendo la cantidad de sustancias
que transmiten, en los nervios, la señal dolorosa hacia el cerebro.
Las infiltraciones de
derivados de la cortisona o de ácido hialurónico dentro de las articulaciones
con artrosis pueden resultar, a veces, necesarias para el tratamiento. El ácido
hialurónico es similar al líquido articular y se administra en tandas de 3 a 5
inyecciones (una cada semana), tardando más tiempo que el corticoide en producir
mejoría. El sulfato de glucosamina es un medicamento que podría actuar como
nutriente del cartílago articular artrósico, aliviando la sintomatología y
retrasando la evolución de la enfermedad. En el mismo grupo que el sulfato de
glucosamina se encuentran el condroitín sulfato y la diacereína, con un
mecanismo de acción diferente a los antiinflamatorios y que pueden necesitar
varias semanas de tratamiento para producir alivio.
En algunos pacientes con
artrosis avanzada e incapacitante puede ser necesaria la cirugía para atenuar
el dolor y recuperar la mayor función posible de la articulación, o corregir
una deformidad. Algunas intervenciones se pueden hacer para limpiar y lavar la
articulación, eliminando adherencias y cuerpos extraños. La osteotomía permite,
cortando cuñas de hueso, realinear y colocar en posición correcta la
articulación. Se aplica, sobre todo, a la rodilla. La artroplastia consiste en
sustituir total o parcialmente las zonas enfermas de la articulación,
utilizando prótesis artificiales formadas por componentes de metal, plástico y
cerámica. Las artroplastias más frecuentes son las de cadera y rodilla.
¿CÓMO EVOLUCIONA?
La artrosis es una
enfermedad crónica que se desarrolla a lo largo de muchos años. De todas
formas, no siempre es progresiva y, en general, la mayoría de los pacientes
puede llevar una vida normal. No existe, hoy día, un tratamiento curativo para
la artrosis. Pero, al igual que sucede con otros padecimientos crónicos, los
síntomas que origina la artrosis se pueden aliviar y atenuar, permitiendo que
el paciente que la sufre padezca lo menos posible.
PARA MÁS INFORMACION RELACIONADA CON ARTROSIS:
- http://www.ser.es/pacientes/consultas_recursos/decalogos/decalogo_002.php
- http://www.ser.es/ArchivosDESCARGABLES/Folletos/14.pdf
- http://www.ser.es/ArchivosDESCARGABLES/Folletos/15.pdf
- http://www.ser.es/ArchivosDESCARGABLES/Folletos/17.pdf
Dr. Domingo Antonio Ferreras Gascó (MIR Medicina Familiar y Comunitaria)
Comentarios
Publicar un comentario
Envía tu opinión o consulta