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FACTORES DE RIESGO CARDIOVASCULAR

Las enfermedades vasculares constituyen un problema de salud pública prioritario en España, al ser responsables de la pérdida de muchos años potenciales de vida y representar una gran carga económica para el sistema de salud. Existen muchas probabilidades de que usted tenga que prestar atención a lo que tenemos que decirle, porque puede estar expuesto a factores de riesgo cardiovascular. 

No deje de leer, se lo ruego. Es una de las pocas ocasiones en las que hay que tener claro que su bienestar depende de ello.

CONCEPTOS

En nuestro país, las enfermedades vasculares (aquellas que consisten en daños a arterias, venas y pequeños vasos sanguíneos, generalmente por procesos ateroscleróticos) son un problema de salud de desarrollo lento pero muy importante porque empeoran las condiciones de la vida de quienes las padecen, hasta el punto de producir dependencia e incluso incapacidad, y también porque la acortan. 

Las consecuencias más importantes de los factores de riesgo cardiovascular son, probablemente, el INFARTO AGUDO DE MIOCARDIO y sus variedades, junto con la ENFERMEDAD VASCULAR CEREBRAL, la ENFERMEDAD CORONARIA, la ARTERIOPATÍA PERIFÉRICA o la INSUFICIENCIA CARDÍACA. En el momento de presentarse estos desenlaces, la enfermedad cardiovascular suele estar avanzada. Incluso hoy, con todos los avances disponibles, sigue siendo la causa de muerte prematura más frecuente en Europa; por otro lado, la mayoría de los casos se producen en países en desarrollo y la mortalidad en nuestro continente se ha reducido durante las pasadas décadas. 

Se ha observado que muchas personas que las padecen se han expuesto a ciertos factores de riesgo. Esos factores de riesgo y el impacto que tienen sobre la salud de una persona pueden ser estudiados mediante ciertas pruebas diagnósticas, o tan sólo con un estudio de los síntomas que pueden producir conforme avanza la enfermedad cardiovascular. 

La llamada PREVENCIÓN PRIMARIA es una de las estrategias más importantes para intentar reducir la incidencia de esta enfermedad y se fundamenta en dos estrategias básicas y complementarias: 
  • una es poblacional, de promoción de la salud y de aquellos estilos de vida, factores ambientales, sociales y económicos que favorecen la salud y disminuyen la presentación de la enfermedad. Gobiernos, asociaciones, industrias y comunidades científicas influyen a través de leyes, reglamentos de seguridad, movilizaciones o concienciación divulgativa ciudadana para animar a todas las partes implicadas a crear un ambiente más sano para la población general.
  • otra es individual, dirigida a reducir los factores de riesgo en aquellos individuos en que están más elevados. Esta es la prevención que se realiza en la consulta de su Centro de Salud. 
Para evitar sus peores consecuencias, o evitarlas por completo, existen varias medidas de prevención de las que toda la población puede verse beneficiada (vd. inclusive). Algunas son recomendaciones universales que pueden aplicarse a toda la población (vd. inclusive). Otras son recomendaciones que competen a su médico, de requerirlas sus pacientes (vd. inclusive) por presentar los factores de riesgo arriba mencionados, de los que hablaremos más adelante. Puede informarse de estas cuestiones a través de su médico o de su enfermera, si le quedan dudas una vez haya leído este documento.

El enfoque de estas recomendaciones dependerán de si sufre una enfermedad que ya le ha causado problemas perceptibles, si tiene varios factores de riesgo pero no ha manifestado síntomas, si tiene familiares de primer grado que sufrieron enfermedad cardiovascular a edades tempranas o si tiene factores de riesgo aislados. Haber padecido una enfermedad cardiovascular hace más probable que pueda terminar padeciendo otra, o la misma en otro momento, o un empeoramiento de la misma; sin embargo, cada una de las enfermedades se ve más facilitada por un tipo u otro de antecedente, y recoger todas las variaciones y variedades de riesgo sería un ejercicio ímprobo para autor (y lectoras), así que es preferible centrarnos en los que siguen. 

INTERVENIR EN EL RIESGO CARDIOVASCULAR 

Las enfermedades cardiovasculares en general se relacionan a hábitos de vida. Por ejemplo: 

  • fumar tabaco;
  • tomar comida poco sana;
  • falta de ejercicio y sedentarismo;
  • estrés psicosocial.

La Organización Mundial de la Salud estima que tres cuartas partes de las muertes por enfermedad cardiovascular podrían evitarse con cambios en los cuatro puntos referidos sobre estas líneas. Por ello, se han establecido las siguientes recomendaciones universales que toda la población puede controlar con el apoyo sanitario oportuno y que en todos los casos (el suyo inclusive) pueden retrasar o evitar la enfermedad cardiovascular y sus complicaciones: 

  • no fumar (cuanto antes se deje de fumar, menos riesgo y mejor bienestar se consiguen);
  • realizar esfuerzo físico adecuado (al menos cinco tandas de treinta minutos cada semana);
  • buenos hábitos dietéticos (consulte con su médico si tiene dudas al respecto); 
  • evitar la obesidad; 
  • controlar la tensión arterial;
  • mantener niveles normales de colesterol ("grasas") en sangre (es conveniente realizar analíticas anuales en una parte muy importante de la población de edad avanzada; consulte con su médico si tiene más de 50 años y algún otro factor de riesgo); 
  • mantener niveles normales de glucosa ("azúcar") en sangre (es conveniente realizar analíticas anuales en una parte muy importante de la población de edad avanzada; consulte con su médico si tiene más de 50 años y algún otro factor de riesgo); 
  • evitar el estrés excesivo. 

Los cuatro primeros puntos están al alcance de todo el mundo y aunque pueden presentar dificultades prácticas, la población general (vd. inclusive) puede beneficiarse de su control. 

Los cuatro últimos son aspectos más técnicos que deberían comentarse de forma regular con el personal sanitario de su Centro de Salud; la regularidad con la que serán necesarios nuevos controles depende de su caso, y la discierne su médico de Atención Primaria.

Es posible que su médico le recomiende que empiece a tomar medicación para controlar la tensión arterial por primera vez en muchos años considerándose que "tiene la tensión baja"; la tensión tiende a subir conforme el envejecimiento afecta a todo el organismo, es parte natural del desarrollo en muchos casos. Cuanto antes se trate, menos daño causará al cuerpo (corazón, cerebro...) No siempre ocurre; pero para detectar su incremento, que es un riesgo cardiovascular, cualquiera (vd. inclusive) se beneficiará a partir de cierta edad de controles regulares de la tensión con su enfermera o su médico. 

También puede ser que su médico le recomiende que tome medicación para reducir el nivel de colesterol "malo" en sangre; hay dos tipos de colesterol que suelen controlarse directamente en las analíticas de sangre, el colesterol "bueno" (o colesterol HDL, que protege contra problemas cardiovasculares cuanto más alto está) y el colesterol "malo" (o colesterol LDL; este es el colesterol que supone un riesgo, porque tiende a dañar las arterias). Si el colesterol "malo" es demasiado alto, tendrá que recibir tratamiento para reducir el nivel de colesterol y se recomienda iniciar una dieta de control (véase más abajo). 

Los niveles de azúcar deben controlarse regularmente para garantizar que el organismo todavía puede gestionar correctamente la cantidad de glucosa en la sangre. Al igual que el colesterol LDL, la glucosa tiende a causar daños en los vasos sanguíneos, pero sobre todo en los vasos pequeños; problemas de visión, cerebrales o en extremidades, entre otros, pueden producirse y agravarse si no se controlan las cifras de glucemia, sobre todo a partir de ciertas edades. El envejecimiento afecta a casi todo el mundo en este sentido, agotando al órgano que se encarga de controlar los niveles de glucosa mediante la producción de insulina, el páncreas; hay veces que con una pastilla o dos se puede controlar bien, pero a veces es necesario inyectarse insulina diariamente. No tiene por qué ser su caso, pero la mayoría de las personas que desarrollan diabetes terminan necesitando cambios de medicación para apoyar a su páncreas. No se preocupe si es su caso; incluso en aquellas situaciones en las que no se controla con facilidad la glucemia con medicación básica, su médico le ayudará a evitar los riesgos cardiovasculares incidiendo en otros factores de riesgo y en este mismo, en la medida en que sea posible.

En cuanto al estrés, es parte inevitable de la vida y depende casi enteramente de cómo la vive cada cual; sin embargo, si este estrés le resulta intolerable en su vida diaria, quizá sea necesario replantearse su actitud vital o sus actividades cotidianas. Si ni tan siquiera eso reduce su nivel de estrés (particularmente en el caso de notar dificultad para respirar, dolor en el pecho, palpitaciones...) quizá sea conveniente comentarlo con su médico. 

Estos factores no son los únicos a tener en cuenta. Ciertas pruebas médicas también modifican el pronóstico propio de su enfermedad y algunos síntomas o antecedentes familiares y personales incrementan más el riesgo; del mismo modo, tener más de un factor de riesgo incrementa más todavía el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular de lo que lo incrementarían por separado. Se deben tener en cuenta todos los factores de riesgo en este sentido.

PUNTOS IMPORTANTES: 

Les instamos a recordar estos puntos de repaso y a considerarlos si algún día tienen frente a sí una elección entre evitar el riesgo cardiovascular o seguir escogiendo un riesgo cardiovascular: 

· La enfermedad cardiovascular, particularmente la enfermedad de arterias coronarias (del corazón), es la causa de muerte prematura más frecuente a nivel mundial.

· La muerte por enfermedad cardiovascular es igual de frecuente en ambos sexos a partir de los 75 años, la edad a la que más se produce, en Europa.

· La muerte por enfermedad cardiovascular se produce a edades cada vez más tardías en nuestro ambiente. 

· La muerte no es siempre un desenlace inmedianto; muchas veces, se producen complicaciones o enfermedades que no resultan en la muerte pero sí empeoran la calidad de vida.

· La prevención FUNCIONA; las estadísticas han demostrado que cambiar los riesgos que dependen de los hábitos es incluso más efectivo que el uso de tratamientos mejorados. 

· El esfuerzo por prevenir debería ser constante, desde el nacimiento hasta la edad avanzada.

· Combinando estrategias que afecten a la población en general y a las personas con alto riesgo cardiovascular en particular se obtienen mejores resultados; es preferible aplicar ambas. 

Confiamos en que este documento les haya animado a vigilar y mejorar su estado de salud; es un esfuerzo permanente y exige compromiso y fuerza de voluntad, pero permitirá que vivan más y mejor (vd. incluido). 

Un saludo.

Dr. Javier López Coscojuela

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