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“ME SALE ARTROSIS EN LA RADIOGRAFÍA”





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Saludo virtuales a todos los lectores y bienvenidos a esta nueva entrada de nuestro querido blog. Esta vez nos vamos a enfrascar en ese mundo incierto y nebulinoso de la artrosis. Algo que todo el mundo hemos oído pero, ¿sabemos que es realmente? ¿Qué conlleva? ¿Cómo se trata? ¿Cómo se previene?

En esta entrada intentaremos poner un poco de luz y disipar la neblina que envuelve toda esta enfermedad.

Si nos ponemos técnicos y nos vestimos con la toga de doctores, la artrosis es una afectación de la articulación (técnicamente conocida como “artropatía”) crónica caracterizada por una degeneración y potencial pérdida del cartílago articular (la almohadilla que se encuentra entre ambas parte de una articulación) acompañada de otros cambios articulares, siendo la más común la proliferación ósea, llamada hipertrofia ósea. Esta degeneración del cartílago producirá un roce entre ambos huesos que desencadenará dolor, destrucción del mismo y aumento de la formación del hueso, la cual será abigarrada y desordenada, produciendo deformaciones.

Es la afectación articular más frecuente, y las causas son múltiples y algunas de ellas desconocidas. Una de las más frecuentes en la rotura del menisco (ejercicio intenso, traumatismo…) que acelera ese proceso de destrucción del hueso. Existen otras causas congénitas, es decir, inherentes a nuestro cuerpo y que se desencadenan sin que nosotros hagamos nada, que provocan alteraciones metabólicas y enzimáticas (moldeadores moleculares) que producen lo mismo: degeneración ósea y malformación.

En la mayoría de los casos, empieza a manifestarse a los 40 y 50 años de edad, y es casi universal (aunque no siempre sintomática) a los 80 años. Sólo la mitad de pacientes con cambios patológicos presentan síntomas. Antes de los 40 años suele afectar a varones, principalmente por traumatismos y en mujeres predomina entre los 40 y 70 años.

El comienzo de la artrosis es casi siempre gradual, en una o pocas articulaciones. El primer síntoma, y el que seguro que la mayoría de ustedes han experimentado, es el dolor, que como ya habrán entendido, se produce por la fricción entre ambos huesos y los cambios morfológicos que sufre el hueso continuamente. El dolor empeora con el ejercicio y mejora con el reposo, aunque en ocasiones graves se vuelve constante.
Un síntoma típico y habitual es la rigidez matutina o tras un largo periodo de inmovilidad, que dura menos de 30 minutos y disminuye progresivamente con el movimiento (cuando calentamos la articulación).
Al dolor le siguen un conjunto de síntomas relacionados: rigidez, limitación del movimiento, ruidos articulares o derrame articular.

Las articulaciones más afectadas son:
  •    Articulaciones interfalángicas distales y proximales, conocidas como nódulos de Heberden y Bouchard.
  •   Articulación del pulgar
  •   Discos intervertebrales y articulaciones de las vértebras cervicales y lumbares
  •   Cadera
  •   Rodilla
El método diagnóstico habitual es la radiografía donde podemos ver lesiones incipientes y avanzadas. Lo más característico son:
  • Calcificación del cartílago (osteocondritis)
  • Disminución del espacio articular por la pérdida de cartílago
  • Aumento de densidad del hueso subcondral
  • Proliferación ósea en forma de osteofitos, llegando a formar puentes óseos cuando se juntan dos de éstos.
Con respecto al tratamiento, debo decirles queridos lectores que no existe tratamiento curativo. Una vez que desarrolla artrosis, no hay vuelta atrás. Lo único que se puede hacer es aliviar el dolor, mantener la flexibilidad de la articulación y optimizar la función articular y global.
Podemos dividir el tratamiento en farmacológico y el no farmacológico.
En el no farmacológico, el paso inicial que debe realizar todo paciente con artrosis es sobre la báscula. Es decir, pésese y si le sobran algunos kilos, empiece por ahí. Nuestro peso no se aguanta solo, lo aguantan nuestros huesos y sobre todo las rodillas y la espalda, con lo que ambos puntos, que también son los que más artrosis tienen, serán los que más se beneficien de su nueva y reducida talla de ropa.
Otro tratamiento no farmacológico es el ejercicio. No todo el ejercicio vale. Se recomiendan ejercicios con poco impacto sobre la articulación. Es decir: andar, bicicleta, estiramientos y natación. Correr, si además hace mucho que no lo hace, no le resultará beneficioso, y menos para sus rodillas.
Tampoco queremos que se rompa nada por volverse un superdeportista, así que respete los descansos y no fuerce a su cuerpo.
Es importante que todo esto le acompañe una higiene postural: evite sillas, sillones y colchones blandos. Si quiere, puede colocarse una tabla de madera debajo del colchón para no tener que cambiarlo.

Los fármacos básicos y a los que ustedes puede tener alcance son: el paracetamol y los AINESs (ibuprofeno, naproxeno, dexketoprofeno…), tanto orales como tópicos.
Existen otras medicaciones más potentes, que requieren la supervisión de su médico, así que no dude en venir a visitarnos para que se lo recetemos.

Con esto, hemos revisado un poco a este molesto compañero de viaje el cual muchos de ustedes conocen de primera mano.
No me gusta acabar así las entradas del blog, pero las esperanzas que puedo transmitirles con esta enfermedad son escasas.
Les pido y recomiendo paciencia, pues no vamos a conseguir deshacernos de tan impertinente visitante. 
Conózcase a si mismo y a su cuerpo. Aprenda a regularse y encontrar lo que más la reconforte y cuídese, porque ningún fármaco lo hará tan bien como usted mismo.

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